sábado, 12 de julio de 2014

Jueces 19

Levita hospedado por padre de concubina

Ahora bien, sucedía que en aquellos días no había rey en Israel.  Y aconteció que cierto levita estaba residiendo por un tiempo en las partes más remotas de la región montañosa de Efraín.  Con el tiempo tomó por esposa a una concubina de Belén de Judá.  Y su concubina empezó a cometer fornicación contra él.  Por fin se fue de él a la casa de su padre en Belén de Judá, y continuó allí cuatro meses completos.  Entonces su esposo se levantó y se fue tras ella para hablarle consoladoramente para traerla de vuelta; y estaban con él su servidor y un par de asnos.  De modo que ella lo hizo entrar en la casa de su padre.  Cuando el padre de la joven llegó a verlo, en seguida se regocijó de recibirlo.  Por consiguiente, su suegro, padre de la joven, se asió de él, de modo que él continuó morando con él tres días; y comían y bebían, y él pasaba la noche allí.

Y al cuarto día, cuando se levantaron muy de mañana como siempre, aconteció que él se levantó ahora para irse, pero el padre de la joven dijo a su yerno: "Sustenta tu corazón con un poquito de pan, y después pueden irse".  De modo que se sentaron, y ambos se pusieron a comer y beber juntos; después de lo cual el padre de la joven dijo al hombre: "Ven, por favor, y pasa aquí la noche, y que tu corazón se sienta bien".  Cuando el hombre se levantó para irse, su suegro siguió rogándole, de modo que volvió a pasar la noche allí.


Cuando se levantó muy de mañana al quinto día para irse, el padre de la joven entonces dijo: "Por favor, toma sustento para tu corazón".  Y se demoraron hasta el desvanecimiento del día.  Y los dos siguieron comiendo.  Ahora se levantó el hombre para irse, él y su concubina y su servidor; pero su suegro, padre de la joven, le dijo: "!Ea, mira! El día ha declinado hacia anochecer.  Por favor, pasen aquí la noche.  Aquí el día va asentándose. Pasa aquí la noche, y que tu corazón se sienta bien.  Y mañana tienen que levantarse temprano para su viaje, y tendrás que irte a tu tienda".  Sin embargo, el hombre no consintió en pasar la noche allí, sino que se levantó y se puso en marcha, y llegó hasta enfrente de Jebús, es decir, Jerusalén; y con él estaban el par de asnos aparejados, y su concubina y su servidor.

Al hallarse cerca de Jebús, puesto que la luz del día había bajado considerablemente, el servidor ahora dijo a su amo: "Ven, sí, por favor, y desviémonos a esta ciudad de los jebuseos y pasemos la noche en ella".  Pero su amo le dijo: "No nos desviemos a una ciudad de extranjeros que no son parte alguna de los hijos de Israel; y tenemos que pasar adelante hasta Guibeah.  Y pasó a decir a su servidor: "Ven, y acerquémonos a uno de los lugares, y tendremos que pasar la noche en Guibeah o en Ramá".  De modo que pasaron adelante y siguieron caminando, y el sol empezó a ponérseles cuando se hallaban cerca de Guibeah, que pertenece a Benjamín.

Por consiguiente, se desviaron hacia allá para entrar a pasar la noche en Guibeah.  Y procedieron a entrar y sentarse en la plaza pública de la ciudad, y no hubo nadie que los acogiera en la casa para pasar la noche.  Con el tiempo, !mire!, un hombre de edad venía de su trabajo en el campo, al atardecer, y el hombre era de la región montañosa de Efraín, y estaba residiendo por un tiempo en Guibeah; pero los hombres del lugar eran benjamitas.  Cuando este alzó los ojos llegó a ver al hombre, al viajero, en la plaza pública de la ciudad.  De modo que el hombre de edad dijo: "A dónde vas y de dónde vienes?"  A su vez, él le dijo: "Estamos de paso desde Belén de Judá hasta las partes más remotas de la región montañosa de Efraín.  De allí soy yo, pero fui a Belén de Judá; y es a mi propia casa adonde voy, y no hay nadie que  me acoja en la casa.  Y hay tanto paja como forraje para nuestros asnos, y hay tanto pan como vino para mí y tu esclava y para el servidor que está con tu siervo.  No hace falta cosa alguna".  Sin embargo, el hombre de edad dijo: "!Que tengas paz!" Simplemente deja que lo que te falte esté sobre mí.  Solo que no pases la noche en la plaza pública".  Con eso, lo introdujo en su casa y echó una mezcla de granos molidos a los asnos.  Entonces ellos se lavaron los pies y se pusieron a comer y beber.


Mientras estaban haciendo que su corazón se sintiera bien, !mire!, los hombres de la ciudad, hombres que simplemente no servían para nada, cercaron la casa, empujándose unos a otros contra la puerta; y siguieron diciendo al hombre de edad, dueño de la casa: "Saca al hombre que entró en tu casa, para que tengamos ayuntamiento con él".  Con eso, el dueño de la casa salió a donde ellos y les dijo: "No, hermanos míos, no hagan nada malo, por favor, puesto que este hombre ha entrado en mi casa.  No cometan esta locura deshonrosa.  Aquí están mi hija virgen y la concubina de él.  Déjenme sacarlas, por favor, y fuércenlas y háganles lo que sea bueno a los ojos de ustedes.  Pero a este hombre no le deben hacer esta cosa deshonrosa y loca".

Y los hombres no quisieron escucharle.  Por lo tanto el hombre asió a su concubina y la sacó afuera a donde ellos; y ellos empezaron a tener coito con ella, y siguieron abusando de ella toda la noche hasta la mañana, después de lo cual la enviaron al ascender el alba.  Entonces la mujer vino al despuntar la mañana, y cayó a la entrada de la casa del hombre donde estaba su amo..., hasta la luz del día.  Más tarde su amo se levantó por la mañana y abrió las puertas de la casa y salió para seguir su camino, y, !mire!, !la mujer, su concubina, caída a la entrada de la casa con las manos sobre el umbral!  De modo que él le dijo: "Levántate, y vámonos".  Pero no hubo quien contestara.  Por lo cual el hombre la puso sobre el asno y se levantó y se fue a su lugar.


Entonces entró en su casa y tomó el cuchillo de deguello y asió a su concubina y la cortó según sus huesos en doce trozos, y la envió a todo territorio de Israel.  Y ocurrió que todo el que lo veía, decía: "Cosa semejante a esta nunca se ha efectuado ni se ha visto desde el día en que los hijos de Israel subieron de la tierra de Egipto hasta el día de hoy.  Fijen su corazón en ellos, tomen consejo y hablen".

sábado, 29 de marzo de 2014

Josué 5

La circuncisión de los hebreos en Guilgal

En aquel tiempo dijo Yahveh a Josué: "Hazte cuchillos de pedernal y vuelve a circuncidar (por segunda vez) a los israelitas." Josué se hizo cuchillos de pedernal y circuncidó a los israelitas en el Collado de los Prepucios.



Por este motivo hizo Josué esta circuncisión: toda la población masculina salida de Egipto, los útiles para la guerra, había muerto en el desierto, por el camino, después de la salida de Egipto. Estaba circuncidada toda la población que había salido, pero el pueblo nacido en el desierto, de camino, después de la salida de Egipto, no había sido circuncidado. Porque durante cuarenta años anduvieron los israelitas por el desierto, hasta que pereció toda la nación, los hombres salidos de Egipto útiles para la guerra. No obedecieron a la voz de Yahveh y Yahveh les juró que no les dejaría ver la tierra que había prometido a sus padres que nos daría, tierra que mana leche y miel. En su lugar puso a sus hijos y estos son los que Josué circuncidó, porque eran incircuncisos, ya que no los habían circuncidado por el camino. Cuando acabó de circuncidarse toda la gente, se quedaron donde estaban en el campamento hasta que se curaron. Y dijo Yahveh a Josué: "Hoy os he quitado de encima el oprobio de Egipto." Por eso se llamó aquel lugar Guilgal, hasta el día de hoy.
Exodo 22


Violación de una virgen.
Si un hombre seduce a una virgen, no desposada, y se acuesta con ella, le pagará la dote, y la tomará por mujer. Y si el padre de ella no quiere dársela, el seductor pagará el dinero de la dote de las vírgenes.


Leyes morales y religiosas.

A la hechicera no la dejarás con vida.
Todo el que peque con bestia morirá.
Génesis 39
José y la seductora

Tiempo más tarde sucedió que la mujer de su señor se fijó en José y le dijo: "Acuéstate conmigo." Pero él rehusó y dijo a la mujer de su señor: "He aquí que mi señor no me controla nada de lo que hay en su casa, y todo cuanto tiene me lo ha confiado. No es él mayor que yo en esta casa? Y sin embargo, no me ha vedado absolutamente nada más que a ti misma, por cuanto eres su mujer. Cómo entonces voy a hacer este mal tan grande, pecando contra Dios?". Ella insistía en hablar a José día tras día, pero él no accedió a acostarse y estar con ella.

Hasta que cierto día entró él en la casa para hacer su trabajo y coincidió que no había ninguno de casa allí dentro. Entonces ella le asió de la ropa diciéndole: "Acuéstate conmigo." Pero él, dejándole su ropa en la mano, salió huyendo afuera. Entonces ella, al ver que había dejado la ropa en su mano, huyó también afuera y gritó a los de su casa diciéndoles: -!Mirad! Nos ha traído un hebreo para que se burle de nosotros. Ha venido a mí para acostarse conmigo, pero yo he gritado, y al oírme levantar la voz y gritar, ha dejado su vestido a mi lado y ha salido huyendo afuera."


Ella depositó junto a sí el vestido de él, hasta que vino su señor a casa, y le repitió esto mismo: "Ha entrado a mí ese siervo hebreo que tú nos trajiste, para abusar de mí; pero yo he levantado la voz y he gritado, y entonces ha dejado su ropa junto a mí y ha huido afuera." Al oír su señor las palabras que acababa de decirle su mujer: -"Esto ha hecho conmigo tu siervo" -se encolerizó. Y el señor de José le prendió y le puso en la cárcel, en el sitio donde estaban los detenidos del rey.