martes, 21 de agosto de 2007


Cahuillaca y Cuniraya Huiracocha

El texto que se va a leer a continuación procede de un documento compilado entre los siglos XVI y XVII. En él está presente la concepción del mundo de los primitivos pobladores de los andes centrales de una manera más genuina y auténtica. Se consiguió los testimonios de la población indígena dentro del llamado proceso de "extirpación de idolatrías". Está escrito en quechua y tiene varios traductores. Las más importantes traducciones son las de José María Arguedas (de alto valor literario) y la de Gerald Taylor (lingüísticamente más fidedigna). Hemos tomado de esta última versión lo que aquí presentamos.


"Había una vez una mujer llamada Cahuillaca que también era huaca. Esta Cahuillaca era todavía doncella. Como era muy hermosa todos los huacas y huillcas deseaban acostarse con ella. Pero ella siempre los rechazaba. Sucedió que esta mujer, que nunca se había dejado tocar por un hombre, estaba tejiendo debajo de un lúcumo. Cuniraya, gracias a su astucia, se convirtió en pájaro y subió al árbol. Como había allí una lúcuma madura, introdujo su semen en ella y la hizo caer cerca de la mujer. Ella, muy contenta, se la tragó. Así quedó preñada sin que ningún hombre hubiera llegado hasta ella. Nueve meses más tarde, como suelen hacer las mujeres, Cahuillaca también dio a luz, aunque fuese todavía doncella.

Durante un año más o menos, crió sola a su hijo, amamantándolo. Siempre se preguntaba de quién podía ser hijo. Al cumplirse el año -el niño ya andaba a gatas- hizo llamar a todos los huacas y huillcas a fin de saber quién era el padre. Cuando oyeron el mensaje, todos los huacas se regocijaron mucho y acudieron vestidos con su ropa más fina, cada uno convencido de ser el que Cahuillaca iba a amar. Esta reunión tuvo lugar en Anchicocha.

Cuando llegaron al lugar donde residía esa mujer, todos los huacas y los huillcas se sentaron; entonces ella les habló: "¡Miradlo! varones, señores, ¡reconoced a este niño! ¿Quién de vosotros es el padre?!" Y a cada uno le preguntó si había sido él. Pero ninguno dijo que era su hijo.

Cuniraya Huiracocha -como suelen hacer los muy pobres- se había sentado a un lado; despreciándolo, Cahuillaca no le preguntó a él, pues le parecía imposible que su hijo hubiera podido ser engendrado por aquel hombre pobre, habiendo tantos varones hermosos presentes.

Como nadie admitía que el niño era su hijo, le dijo a éste que fuera él mismo a reconocer a su padre; antes, les explicó a los huacas que, si el padre estaba presente, su hijo se le subiría encima. El niño anduvo a gatas de un lado a otro pero no se subió encima de ninguno hasta llegar al lugar donde estaba sentado su padre. Enseguida, muy alegre, se trepó por sus piernas. Cuando su madre lo vio, muy encolerizada, gritó: "¡Ay de mí! ¿Cómo habría podido yo dar a luz el hijo de un hombre tan miserable?" Y, con estas palabras, cargando a su hijito, se dirigió hacia el mar.

Entonces Cuniraya Huiracocha dijo: "¡Ahora sí me va a amar!" y se vistió con un traje de oro y empezó a seguirla; al verlo todos los huacas locales se asustaron mucho. "Hermana Cahuillaca" la llamó, "¡mira aquí! Ahora soy muy hermoso" y se enderezó iluminando la tierra. Pero Cahuillaca no volvió el rostro hacia él; se dirigió hacia el mar con la intención de desaparecer para siempre por haber dado a luz el hijo de un hombre tan horrible y sarnoso; llegó al sitio donde, en efecto, todavía se encuentran dos piedras semejantes a seres humanos, en Pachacamac mar adentro. Al momento mismo en que llegó allí, se transformó en piedra".

Taylor, G. Ritos y tradiciones de Huarochirí del siglo XVII

1 comentario:

Juan Arellano dijo...

Ësta si la conocía, aunq m parece haber leído una versión con un final algo diferente por algún lado. Saludos.