jueves, 30 de agosto de 2007

Los celtas: fábula, mito y fantasía

En todos los pueblos del mundo se han creado relatos plenos de imaginación y fantasía; relatos que señalan una concepción del mundo y un orden en las cosas. Las fabulosas narraciones celtas son parte de esta insuperable riqueza, y sirvieron de "fuente de inspiración" al sudafricano Tolkien para escribir El Señor de los Anillos.


I

"El poema épico irlandés primitivo más bello es el Taín Bó Cualgne. En él se relata la rivalidad entre la diosra reina Medb y su marido Ailill por la posesión de un espléndido toro divino, el Donn de Cualgne..."

"Hay muchos ejemplos de mujeres celtas que alcanzaron el poder y desempeñaron un importante papel en la vida social. Reinas bretonas históricas, como Boadicia y Cartimandua, se impusieron en sus respectivos reinos gracias a la prudencia, la audacia y la autoridad que les eran connaturales.

En realidad, esta situación particular de la mujer en las sociedades de tipo céltico proviene de la imagen que los celtas se forjaron de este misterioso ser, a la vez placentero y terrible, dotado del poder de dar la vida. Toda la tradición céltica, galesa, irlandesa y bretona, insiste en el carácter soberano de la mujer.

La epopeya irlandesa, recopilada a partir del siglo IX, nos presenta un personaje que se sale de lo común, el de Mebd, reina mítica de Connaught, Irlanda, que es la encarnación de una soberanía que ella dispensó no sólo a su marido, el rey Ailill, sino también a sus numerosos amantes, a quienes, como dicen con gracejo los antiguos textos, 'prodigaba la amistad de sus muslos'.

Esta descripción, que nos legaron los autores de las epopeyas irlandesas, se ve corroborada por los testimonios de escritores de la antigüedad grecorromana, que quedaron sorprendidos por el temible aspecto y la ardiente personalidad de las mujeres galas, siempre dispuestas a intervenir en cualquier querella para defender sus derechos y los de su marido, llegando incluso a tomar parte en los combates como furias desencadenadas".

Ross, A. y Markale, J. Los celtas. En El Correo de la Unesco. Diciembre, 1975


II

En las conocidas epopeyas del Rey Arturo y los caballeros de la Mesa Redonda, la célebre reina Ginebra (Gwenhwfar) que significa "Blanco Fantasma" es probablemente el supremo modelo de las mujeres celtas que encarnan la soberanía. Es ella la que mueve a los caballeros de la corte de Arturo a mostrar en bravura y realizar sus hazañas.



"El personaje de Ginebra, al igual que la mayoría de las heroínas de las leyendas célticas, tiene algo de rememoración de una antigua diosa solar. En todas las lenguas celtas, la palabra Sol es del género femenino, y la palabra Luna del masculino. La mujer es el sol. De esto se deduce que, en los tiempos antiguos, los celtas o sus predecesores en el continente europeo debieron practicar el culto a una divinidad solar femenina. el rostro de una divinidad de este tipo lo encontramos en un personaje tan conocido como Isolda, esposa del rey Mark y heroína de una leyenda famosa en todo el mundo: la historia de su infeliz amor con el sobrino de su marido, el joven y hermoso Tristán.

En realidad, la leyenda de Tristán e Isolda proviene de Irlanda. Allí la encontramos en una forma arcaica que ilumina singularmente la función que, en principio, la mujer desempeñaba en los antiguos pueblos celtas. No se trata de un amor banal. De acuerdo con el arquetipo irlandés, que es la historia de Diarmaid y Grainné, es la mujer -Isolda o Grainné- quien fuerza al hombre a amarla. Es ella, en efecto, quien impone las reglas del juego, con su inflexible determinación de huir en compañía del hombre amado, para bien como para mal.

Esta audacia de la mujer, su violento deseo de arrastrar al hombre a una aventura pasional, nos llega bajo el aspecto muy edulcorado del filtro amoroso que beben por descuido Tristán e Isolda".


III

"Muchas leyendas, tanto irlandesas como bretonas, relatan, con ligeras variantes, la siguiente historia: varios jóvenes se encuentran perdidos en un desierto y sufren terriblemente de sed. Una mujer vieja, de horrible aspecto, se les aparece y les ofrece agua, a condición de que uno de ellos la bese. Todos se niegan, salvo uno, que generalmente es el más joven. Este, superando su repugnancia, deposita un beso en la mejilla de la repulsiva anciana, que inmediatamente se metamorfosea en una hermosa joven que le dice: 'Yo soy la Soberanía. Con tu gesto de amistad, acabas de conquistarme' ".


IV

"En algún lugar del océano, allí por donde el sol se oculta, hay una tierra maravillosa que algunos llaman la Isla de Avalon. Es la isla de los Manzanos. En ella hay árboles que dan fruto durante todo el año, y la enfermedad y la muerte son desconocidas. Caracterizan a esta isla la belleza, la armonía, el color, la riqueza y la fecundidad. Y sus habitantes son sólo mujeres.

Mujeres misteriosas, hadas, divinidades de los tiempos antiguos, que esperan a los héroes bastante audaces para embarcarse en las más locas aventuras. Y los hombres, después de arrojar a la mujer a las tinieblas, se pasan la vida buscando esta Tierra de hadas, porque saben que no alcanzarán la dicha más que cuando recuperen su pureza primitiva, la de un paraíso perdido.

La aventura céltica acaba siempre en las orillas de la Isla de las Mujeres".

Markale, J. El triple rostro de la mujer celta. En El Correo de la Unesco. Diciembre, 1975

1 comentario:

Juan Arellano dijo...

Blog seleccionado:

http://arellanos.blogspot.com/2007/08/blogday-2007.html