viernes, 6 de marzo de 2009


Alejandro Romualdo (IV)

Reproducimos la columna editorial que dedicó el periodista César Lévano al fallecimiento de Alejandro Romualdo (La Primera, 29.05.09).


La estremecedora soledad en que ha muerto Alejandro Romualdo Valle me suscita meditaciones sobre la relación entre la sociedad peruana y la cultura, y, sobre todo, entre el Estado y la cultura.

Porque el extraordinario poeta recién fallecido es en ese aspecto solo un caso. No puedo olvidar que Juan Gonzalo Rose, otro gran poeta, de la misma generación de Valle, fue despedido del Instituto Nacional de Cultura, donde ganaba un sueldo inferior al de los dignísimos choferes. El poeta tuvo entonces que vivir de las propinas que le allegaba su madre. En ese momento empezó la depresión final de Rose.

"Si César Vallejo hubiera vuelto al Perú, lo habrían matado, como a Javier Heraud", me dijo cierta vez Georgette, la viuda del cholo.

En la Revista Sí publiqué el testimonio de un comunista español que en una carta narraba cómo Vallejo se moría literalmente de hambre en París. Había días en que no salía de su casa para no gastar la suela de sus zapatos.

¿Y acaso Carlos Oquendo de Amat no tuvo que huir constantemente de la represión y vivir de los almuerzos que le obsequiaban los trabajadores del Mercado Central?

¿Y no me contó el mismísimo Jorge Basadre que estaba sometido a tratamiento ambulatorio (de una grave enfermedad que lo llevó a la tumba) porque no tenía dinero para internarse en una clínica?

El editor y librero Juan Mejía Baca me relató que cierta vez explicó a Basadre que estaba buscando en la Historia de la República cuál era el gobierno que más había favorecido a la cultura. "¡No siga", le replicó el historiador. "¡Ninguno!".

Claro que hay "liberales" que creen que es mejor así, porque, en caso contrario, el Estado coartaría la libertad de artistas e intelectuales.

Pero hay, sin duda, un terreno intermedio en el cual el Estado sí puede ayudar a la cultura. Por ejemplo, mediante premios anuales (que antes existían), becas en el exterior, ediciones, fondos para producciones de filmes o investigaciones científicas, pensiones por una larga vida creadora y fructífera. ¿Por qué no se pudo ayudar así, no como un favor, sino como un deber cumplido sin estrépito, a Romualdo?

Anna Seghers, la gran novelista y ensayista alemana, reflexiona en su libro Glauben an Irdische (= Fe en lo terreno) sobre los fermentos de barbarie que atormentaron a los escritores alemanes antes del siglo XX. "Hölderlin murió loco, Georg Büchner murió de enfermedad cerebral en el exilio, Karoline Günderode se suicidó, Kleist se suicidó... Eso, mientras en Francia transcurría el tiempo de Stendhal y luego de Balzac". Del Stendhal enamoradizo y el gozoso Balzac.

La cultura no es un lujo inútil, señor Gobierno. Puede ser un buen negocio. Lo demuestra Colombia con su florenciente industria editorial; Colombia, que hace treinta años producía menos libros que el Perú.



De "Poesía concreta" (1952)


A otra cosa

Basta ya de agonía. No me importa
la soledad, la angustia ni la nada.
Estoy harto de escombros y de sombras.
Quiero salir al sol. Verle la cara.

al mundo. Y a la vida que me toca,
quiero salir, al son de una campana
que eche a volar olivos y palomas.
Y ponerme, después, a ver qué pasa

con tanto amor. Abrir una alborada
de paz, en paz con todos los mortales.
Y penetre el amor en las entrañas
del mundo. Y hágase la luz a mares.

Déjense de sollozos y peleen
para que los señores sean hombres.
Tuérzanle el llanto a la melancolía.
Llamen siempre a las cosas por sus nombres.

Avívense la vida. Dense prisa.
Esta es la realidad. Y esta es la hora
de acabar de llorar mustios collados,
campos de soledad. ¡A otra cosa!

Basta ya de gemidos. No me importa
la soledad de nadie. Tengo ganas
de ir por el sol. Y al aire de este mundo
abrir, de paz en paz, una esperanza.



Así es

Lucha el instinto hasta la perfección.
Lucha la tentación hasta el pecado.
Lucha el espacio hasta la concreción.
Lucha la tierra hasta el acantilado.

Lucha la ley hasta la selección.
Lucha la penitencia hasta el morado.
Lucha la y hasta la conexión.
Lucha el amor hasta el enamorado.

Lucha el sonido hasta la melodía.
Lucha el estímulo hasta el elemento.
Lucha el engaño hasta la fantasía.

Lucha la lógica hasta el pensamiento.
Lucha el oxígeno hasta la agonía.
Lucha el cadáver hasta el sedimento.

Lucha el metal hasta la resistencia.
Lucha el derecho hasta la antigüedad.
Lucha la libertá hasta la conciencia.
Lucha la masa hasta la libertad.

Lucha el espíritu hasta la existencia.
Lucha la carne hasta la humanidad.
Lucha la idea hasta la consecuencia.
Lucha el deseo hasta la realidad.

Lucha el trabajo hasta la condición.
Lucha la magnitud hasta la horma.
Lucha el amor hasta la concepción.

Lucha la concepción hasta la forma.
Lucha la forma hasta la creación.
Lucha la creación hasa la norma.

Lucha la piedra hasta la transparencia.
Lucha la sombra hasta la claridad.
Lucha la nube hasta la consistencia.
Lucha el instante hasta la eternidad.

Lucha la flor hasta la inflorescencia.
Lucha el azar hasta la actualidad.
Lucha el propósito hasta la experiencia.
Lucha el guarismo hasta la cantidad.

Lucha la decadencia hasta la rosa.
Lucha el proyecto hasta la arquitectura.
Lucha el gusano hasta la mariposa.

Lucha el adiós hasta la despedida.
Lucha el dolor hasta la criatura.
Lucha la nada hasta la propia vida.



Palabra de hombre

Continuamente, pero
continuamente,
me pongo a creer en un gran pueblo
todopoderoso,
creador del cielo aquí en la tierra.
Y me dan ganas de salir gritando
por todas partes. Y por todo el mundo.

Creo en sus hombres libres, en sus sombras
llenas de sol, y en su único
sitio: nuestro dolor de parias humanísimos.
Lo creo firmemente. Totalmente
creo de buena fe. Creo y doy fe
de vida. Como el sol. Y espero.

En tanto, espero. Victoriosamente.
En tanto, creo. Ciegamente
creo en un día todo luminoso
y en él un sueño tal,
que halle en la piedra su vital apoyo.

Parado sobre escombros, ya lo veo.
Y sí lo creo. Salgo gritando a rayos
y centellas. Con toda el alma
grita el alma mía:
¡Creo en un pueblo
dulce y victorioso, constructor
de tu sueño y de mi sueño!

Continuamente,
pero heroicamente,
ya lo veo crecer. ¡Lo estamos viendo!



Los pobres también tienen sus castillos

También tienen los pobres sus castillos
en el hambre. Y levantan, claman, llaman.
Matan el tiempo con su vida. Muerden
manzanas con los ojos. También alzan

-a pura tumba- cruces contra el cielo.
Cierran los besos para siempre. Miran
con años de deseo. Avanzan, cuerpo
a tumba, con la muerte.

También tienen los pobres sus castillos
en la esperanza.
Los pobres ya no tienen qué ponerse
a vivir,
ni en qué valor caerse.
Hablan cómo les vienen las desgracias.

Dadles la luz. Y el pan de cada instante.
Porque de ellos es el reino vivo
de la tierra. Y el fruto de su vientre.



Perú en alto

Según mi modo de sentir el fuego,
soy del amor: sencillamente ardiendo.
Según mi modo de sufrir el mundo,
soy del Perú, sencillamente siendo.

Tierra del sol, marcada al negro vivo,
llorando sangre por los poros, sombra
a media luz del bien, a media noche
del día por venir. Yo estoy contigo.

Golpe, furia, Perú: ¡todo es lo mismo!
Saber, a ciencia incierta, lo que somos,
buscando, a media luz, otro destino,
con todo el cielo encima de los hombros.

Por eso quiero alzarte, recibirte
con los besos abiertos,
junto a la luz,
ardiendo de alegría.



Así estamos (1954)

No puede ser verdad lo que estoy viendo
con estos golpes, en la tierra mía.
No puede ser verdad lo que estoy siendo,
lo que seré, viviendo a la deriva.

Porque aquí estamos unos contra otros,
unos con otros. Vamos a la buena
de Dios. Como botellas o rastrojos
que arroja el mar. Al margen de la ley

vamos andando -¿a dónde? ¿a qué?- nos damos
unos con otros, unos contra otros,
a la mala de Dios. Y naufragamos
al margen de la luz. Hablo por todos,

estriada patria sin estrellas, tierra
estrellada. Y arriada por los sueños.
No puede ser verdad tanto rastrojo
al margen del amor. Pero lo vemos.

¡Ay tierra mía, cielo por los suelos!
Lo que serás seré junto contigo.
No puede ser posible. Esto se acaba.
No puede ser verdad. Pero hay testigos.




Imágenes: hablasonialuz.wordpress.com, latercera.cl,




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