viernes, 8 de febrero de 2013




Poesía nativa (quechua) de los andes centrales

Quechua es el nombre común de "runa simi" (lengua de los hombres o de la gente), idioma que identificó al imperio inca o Tahuantinsuyo. Aunque fueron los doctrineros españoles los que consolidaron al quechua como lengua franca indígena, al usarlo en sus tareas de catequización y extirpación de idolatrías, para consolidar la dominación  hispana. Presentamos una muestra de esta poesía, traducida al castellano por J.M. Arguedas. Y también poesía quechua campesina.







Dile que he llorado

Picaflor esmeralda
el que vuela más alto
el de las plumas doradas,
picaflor esmeralda
que brilla en el sol
que tiembla en el aire
hincando las flores.

Quiero darte un encargo:
mi amada está lejos,
picaflor esmeralda,
llévale esta carta.

No sé si llorará todavía
cuando lea mi nombre,
o me habrá olvidado
y ya no llorrá.
Pero si ella entristece
dile que he llorado,
dile que también lloro
recordando a la amada.

Picaflor siwar
el que vuela más alto
el de las plumas doradas.


El fuego que he prendido

El fuego que he prendido en la montaña
el ischu que encendí en la cumbre
estará llameando
estará ardiendo.

¡Oh mira si aún llamea la montaña!
Y si hay fuego ¡anda niña!
con tus lágrimas puras
apaga el fuego;
llora sobre el incendio
y tórnalo en ceniza con tus lágrimas puras.


 


Que no encuentre ni el rocío...

Vicuña de los cerros, venado de los montes:
decidme si pasó por aquí la ingrata paloma,
la paloma que dejó su nido
que olvidó a su amado.

Vicuña de los cerros, taruka de los montes,
venid  a ver cómo lloran mis ojos;
así me dejó, con los ojos llorando,
así me dejó, con el corazón herido.

¡Oh, que tenga sed en el camino!
y que no encuentre ni la escarcha de los pajonales
que no encuentre ni el rocío en las yerbas
¡Que tenga sed en todos los caminos
la paloma que olvidó a su amado!

 


¡Ay flor morada...!

¡Por qué amé a ese desconocido,
por qué le escogió mi corazón
no sabiendo ni el nombre de sus padres
ni el camino por donde vino
ni el día en que llegó!
¡Ay espino de los montes!
¡ay flor morada!

Hubiera amado a la vicuñita
que llora en la orilla de las lagunas
sobre las cumbres y en las lomadas.
Hubiera amado
¡ay espino del monte!
¡ay flor morada!
al venado que come
la dulce yerba de los cerros.

La vicuñita lloraría mis penas
el venado me hubiera llevado
a la sombra de los montes.
No estaría sola
¡ay flor morada!
no tendría el corazón herido
¡Ay flor morada de los campos!
¡Ay espino de los motes!


 


Llorabas solo patito...

Desde la cumbre te vi llorar
águila del cielo.
Llorabas sola.
En tu soledad llorabas,
águila del cielo.
¡Ay, ser águila y llorar a solas!

Desde el frente del río te vi llorar
patito.
Llorabas solo en la orilla del río.
Hacía frío y lloraas, 
patito,
en la otra orilla del río.

Entonces te hablé
para hacer un nido, juntos,
para no ser tan solos, los dos.
Mi padre es primero
me dijiste,
mi madre todavía.

Mentiste
patito
Tu padre ha muerto y descansa,
tu madre llora en pueblos extraños.
¡Patito
deja ya tu soledad
en la otra orilla del río!

Llorabas sola
en la roca
águila triste.
Llorabas solo
en la orilla del río,
patito.



Un picaflor la desangró...

Mi flor de k'antu,
mi hermosa flor del monte,
¡Qué picaflor te mordió,
qué picaflor te envenenó,
flor de k'antu,
que ya no puedes florecer!

Un picaflor le mordió
a mi flor de k'antu,
un picaflor dorado la envenenó.
Antes
su flor morada
era mi encanto,
su flor era la flor del monte.
Su flor se murió
porque le hincó el picaflor
su pico dorado.

¡Ya el k'antu no tiene flor,
la flor del k'antu se murió!
Moviendo sus alas doradas,
un picaflor la desangró.

 

 
Sin nadie, sin nadie...

Qué solo me veo
sin nadie, sin nadie;
como la flor de la estepa,
apenas ella y su sombra triste.

Apreté mi quena
con nervios de toro
para que su voz fuera limpia,
hoy está ronca de tanto que ha llorado.

¡Qué es pues esta vida!
Los caminos se han perdido
han muerto los que daban amparo.
¡Todo, todo, se ha acabado!

 


Yo crío una mosca

Yo crío una mosca
de alas de oro,
yo crío una mosca
de ojos encendidos.

Trae la muerte
en sus ojos de fuego,
trae la muerte
en sus cabellos de oro,
en sus alas hermosas.

En una botella verde
yo la crío;
nadie sabe
si bebe,
nadie sabe 
si come.

Vaga en las noches
como una estrella,
hiere mortalmente
con su resplandor rojo,
con sus ojos de fuego.

En sus ojos de fuego
lleva el amor,
fulgura en la noche
su sangre,
el amor que trae en el corazón.

Nocturno insecto,
mosca portadora de la muerte,
en una botella verde
yo la crío,
amándola tanto.

Pero ¡eso sí!
¡Eso sí!
Nadie sabe
si le doy de beber,
si le doy de comer.


Arguedas, J.M. (1986). Cantos y cuentos quechuas. Lima: Municipalidad de Lima Metropolitana.

 

Corazón

Hermoso collar te estaba colocando
estaba succionando la dulzura de tu corazón
tan suavemente te estaba soñando
Valentinita.

Ella es la engalanada
hermosa escogida
ella es la de los ojos vidriosos
hermosa mujer.

También descanso en su corazón
¡me llegó el amor!
Entristecido estoy
¡también me llegó el amor!

Cansada su espalda
la veo barriendo
en ollita estrecha
la veo saboreante, cocinar.

Aún en el techamiento
estabas trenzando tu violácea cabellera
mira mirándote
até pocas pajas.

Solo mi corazón te llama
no nadie
solo mi corazón te escoge
y no se equivoca.

En una gran roca
grabaré tu nombre
y en el fondo de mi corazón
te tendré.

La luna destapa a la noche
y tú a mi corazón soñoliento
de noche y de día
¿dónde estás Valentinita?

No me asusta ni el frío
pasa, cuando me frotan tus manos
ni la escarcha me toma
tu corazón humeante hace que desaparezca.

Habla paloma
¿sólo voy a estar con tu mirada?
estoy hambriento 
de tu voz, de tu canción.

Muele mi corazón Valentinita
pero no me vas a maldecir
cuando yo me vaya
joven estrella.

Rumia mi corazón mujer
pero no vayas a llorar
cuando ya no vuelva
tierna flor.


 

Hermosa vicuñita

Hija del rayo
aliento de oro, de lana suave
de finas cuatro patitas
de un par de orejistas selectas
hermosa vicuñita.

Yo te busco
rodeado de suaves nubes blancas
bebedora solo de aguas de nevados
comedora solo de richas phalichas
hermosa vicuñita.

Sentado en el abra
donde el frío grita toco mi quenita
solo las montañas me responden
y tú, con tu tropa vas galopante
hermosa vicuñita.

Cuando veo el cielo
va resplandeciendo el sol dorado
y todo el Perú
hermosamente va floreciendo.

Instituto Nacional de Cultura (1989). Poesía quechua campesina. Cusco: INC Departamental Cusco - Dirección de Actividades culturales.


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