jueves, 26 de diciembre de 2013

Eros bíblico


Un libro sagrado como La Biblia no podía evadir la tarea de proponer y dictaminar sobre los asuntos eróticos, tan ligados a la perpetuación de la vida y la búsqueda del placer. En sus páginas podemos encontrar muestras de un tosco, brutal y culpable erotismo, directamente ligado al pecado y al rechazo de las práctica de los pueblos no judíos, contemporáneos del Israel del Antiguo Testamento. Allí podemos encontrar la raíz de la atormentada sexualidad judeo-cristiana que impera actualmente en la "civilización occidental".



Génesis 6
Los hijos de Dios y las hijas de los hombres (*)

Cuando la humanidad comenzó a multiplicarse sobre la haz de la tierra y les nacieron hijas, vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres les venían bien, y tomaron por mujeres a la que preferían de entre todas ellas. Entonces dijo Yahveh: "No permanecerá para siempre mi espíritu en el hombre, porque no es más que carne; que sus días sean ciento veinte años". Los nefilim existían en la tierra por aquel entonces (y también después), cuando los hijos de Dios se unían a las hijas de los hombres y ellas les daban hijos; estos fueron los héroes de la antigüedad, hombres famosos.


(*) Episodio difícil (de tradición yahvista). El autor sagrado se remite a una leyenda popular sobre los Gigantes, en hebreo Nefilim, que habrían sido los Titanes orientales, nacidos de la unión entre mortales y seres celestiales. Sin pronunciarse sobre el valor de esta creencia, y disimulando su aspecto mitológico, se limita a recordar una raza insolente de superhombres, como ejemplo de la perversidad creciente que va a dar motivo al diluvio. El judaísmo posterior y casi todos los primero escritores eclesiástico han vito ángeles culpables en estos "hijos de Dios". Mas, a partir del siglo IV, en conformidad con una noción más espiritual de los ángeles, los Padres han interpretado comúnmente "los hijos de Dios" como el linaje de Set, y las "hijas de los hombres" como la descendencia de Caín.