domingo, 1 de octubre de 2017



Soledad III

A lo mejor sí estamos solos


Resultado de imagen para vía láctea


En las últimas décadas, cada vez más astrónomos han incitado la visión de que civilizaciones alienígenas podrían estas dispersas entre las estrellas como granos de arena, aisladas unas de otras por el vacío del espacio interestelar. Sólo en la galaxia a la que la Tierra pertenece, la Vía Láctea, expertos han estimado la existencia de un millón de sociedades avanzadas.

Este credo extraterrestre ha dado lugar no sólo a innumerables libros, películas y programas de televisión -para no mencionar a anfitriones de Klingons, Wookies y Romulans- sino a una cacería científica que utiliza enormes antenas para escanear el cielo en busca de débiles señales de radio enviadas por alienígenas inteligentes.

Ahora, dos científicos prominentes dicen que el conocimiento convencional es erróneo. La búsqueda de los extraterrestres, añaden, tiene muchas probabilidades de fallar.

Sobre la base de nuevos hallazgos en los campos de la astronomía, geología y paleontología, ambos argumentan que los humanos podrían estar solos, al menos en la vecindad estelar, y, tal vez, en el cosmos entero. Indican que la ciencia moderna muestra que la composición y estabilidad de la Tierra son extraordinariamente fuera de lo común. Casi en todos los demás lugares, los niveles de radiación son demasiado altos, los elementos químicos correctos no se encuentran en abundancia, los planetas hospitalarios son muy pocos y la lluvia de rocas asesinas demasiado intensa para que la vida pueda haber evolucionado hacia comunidades avanzadas. Los microbios alienígenas podrían sobrevivir en muchos sitios como una especie de delgada capa cósmica, dicen, pero no como extraterrestres lo suficientemente civilizados con desarrollo tecnológico.

Su libro "Extraña Tierra" ("Rare Earth"), lanzado el mes pasado, ha sido tanto criticado como alabado, por algunos de sus detractores diciendo que los autores han realizado ellos mismos especulaciones simplistas sobre la adaptabilidad de formas de vida y quienes lo alaban lo llaman "brillante" y "valiente".




"Finalmente hemos dicho lo que muchos han pensado desde hace bastante tiempo: que formas de vida compleja son, al menos, poco frecuentes", señaló el Dr. Peter D. Ward de la Universidad de Washington, un paleontólogo especializado en extinciones masivas cuyo trabajo previo incluye "El llamado de los mamuts distantes" (Springer-Verlag, 1997). "Y, para nosotros, la posibilidad de vida compleja podría ser una idea desgastada".

El otro autor del libro es el Dr. Donald C. Brownlee de la Universidad de Washington, un conocido astrónomo, miembro de la Academia Nacional de Ciencias y jefe científico de la Misión Stardust destinada a capturar polvo interplanetario e interestelar, perteneciente a la NASA y con un presupuesto de US$ 166 millones.

"La gente dice que el Sol es una estrella típica", indicó en una entrevista. "Esto no es cierto". El Dr. Brownlee añadió: "Prácticamente todo medio ambiente del universo es terrible para la vida. Es sólo en ciertos sitios paradisíacos como la Tierra donde puede existir".

El Dr. Geoffrey W. Marcy de la Universidad de California, en Berkeley, líder en la investigación de planetas alrededor de otras estrellas, 31 de las cuales han sido halladas hasta el momento, comentó sobre "Extraña Tierra" que probablemente iniciará una revolución en el pensamiento sobre la vida extraterrestre.

"Es brillante", declaró el Dr. Marcy en una entrevista. "Delinea muchas cosas sobre las que he estado pensando pero realiza un trabajo con mucha más credibilidad al enumerar y explicar los distintos temas". Por ejemplo, dijo, muestra cómo los planetas gigantes descubiertos hasta el momento fuera del sistema solar son un mal signo para el desarrollo de vida compleja.

"Es valiente", añadió el Dr. Marcy. "Es poco común dentro de la literatura y la ciencia tomar una actitud que vaya tan en contra de lo establecido".

La idea de que la presencia de civilizaciones extraterrestres es generalizada apareció en términos científicos hace cuatro décadas.



El Dr. Frank D. Drake, entonces un joven astrónomo en un observatorio federal en West Virginia, fue el primero, en 1960, en escanear el cielo en busca de débiles señales alienígenas, a quien pronto se le unieron expertos que compartían sus ideas, incluyendo al Dr. Carl Sagan, entonces un atrevido astrónomo de 27 años. El Dr. Drake presentó sus ideas en 1961, que más tarde se conocerían como la Ecuación Drake. La ecuación realizaba suposiciones con fundamento sobre la frecuencia con que las estrellas se forman, la fracción de estrellas con planetas, el número de esos planetas sobre los que hay vida, y demás, incluyendo el tiempo promedio de vida de civilizaciones con alto desarrollo tecnológico. Según su lógica, la Vía Láctea contaba con alrededor de 10 000 civilizaciones capaces de comunicarse interestelarmente.

Más adelante, el Dr. Sagan revisó los cálculos y aumentó su estimación a un millón de mundos extraterrestres. Dado que el cosmos contiene cientos de millones de galaxias, sobre la base de ese análisis el número total de sociedades extraterrestres podría ser astronómico, con un estimado de 10 trillones.

Nuevos hallazgos, de todos modos, según los autores de "Extraña Tierra", muestran que la Ecuación Drake está llena de suposiciones optimistas ocultas. Su teoría, comentan los autores en el prefacio, es "raramente comentada pero cada vez menos aceptada por muchos astrobiólogos", tal es el nombre con que se conoce a los científicos que estudian la posibilidad de vida extraterrestre.

El Dr. Ward mencionó que llegó al tema a partir de sus estudios sobre extinciones masivas. Cada vez más, los grandes culpables son considerados las rocas que a grandes velocidades golpearon la Tierra causando una gran explosión que hace 65 millones de años mató a muchas plantas y animales, incluyendo a los dinosaurios.

Nuevos estudios, señaló el Dr. Ward, sugieren que pudo haber sido peor. Por ejemplo, la frecuencia de los impactos con la Tierra podrían ser 10 000 veces más frecuentes si no fuera por la presencia de Júpiter, el planeta más grande del Sistema Solar, el cual absorbe a muchas rocas asesinas y desvía a otras hacia el espacio exterior.

"Estamos al borde del abismo", comentó el Dr. Ward, respecto a una mayor frecuencia del bombardeo que probablemente haya evitado el desarrollo de la vida avanzada.

Los recientes hallazgos de planetas del tamaño de Júpiter fuera del Sistema Solar no ofrecen ningún alivio. La mayoría de sus órbitas, dijo, son demasiado excéntricas, lo que, en lugar de proteger a los planetas más pequeños, generaría entre ellos un caos destructivo.

"Todos los Júpiters que actualmente se conocen son malos Júpiters", acotó el Dr. Ward sobre los 31 que se observan hoy en día. "El nuestro es el único bueno que conocemos. Y tiene que ser bueno, sino saldrías expulsado hacia las tinieblas del espacio exterior o hacia el Sol".

El Dr. Marcy, el buscador de planetas, apuntó que estos análisis se añadían a sus dudas sobre la existencia de extraterrestres.

El Dr. Ward indicó que incluso si algunos Júpiters distantes fueran hallados en órbitas estables y circulares, otros factores amilanarían su efecto protector y demolerían todo tipo de vida. Por ejemplo, cerca al centro de la galaxia, donde la población estelar es mucho más densa, el paso frecuente de una estrella al lado de otra generaría cascadas de cometas, de los cuales trillones se piensa que orbitan en los límites helados de la mayoría de estrellas.

"Si te encuentras al interior de una galaxia", señaló el Dr. Ward, "estás bajo constante bombardeo".



Añadidas a esa furia, comentó, están la intensa radiación y explosión de los interiores galácticos. El cielo lleno de estrellas ofrece una falsa impresión de inmutabilidad. Nuevos estudios muestran que el cosmos, especialmente los centros galácticos, son sitios violentos cargados de ondas de rayos X, rayos gama y radiación ionizada. "Así que no creo que haya nada de vida en los centros", añadió el Dr. Ward.

El Dr. Brownlee, el astrónomo co-autor, dijo que las probabilidades de vida compleja eran igual de malas al final de las galaxias.

El análisis de luz estelar en los bordes muestra su relativa pobreza en elementos como hierro, magnesio y silicona, en parte debido al menor reciclaje de material estelar a través de los miles de millones de años y en parte debido a la poca presencia, en este tipo de regiones, de supernovas, las corrientes estelares que ayudan a crear elementos pesados a través de explosiones extremadamente calientes.

Estos elementos, dijo el Dr. Brownlee, e incluso otros más pesados y radioactivos también creados en supernovas, se presentan como pre-requisitos de la formación de planetas al estilo de la Tierra que tienen la suficiente gravedad para retener océanos, atmósferas y placas tectónicas, cuya energía proviene mayormente del calor de las divisiones radioactivas.

Según el libro, el movimiento lento y el reciclaje de la corteza terrestre hacia el caliente interior del planeta son ingredientes fundamentales para la evolución de formas complejas de vida. Las placas tectónicas, dicen los autores, promueven la biodiversidad al producir cadenas de montañas y otros tipos de ambientes complejos, disminuyen la probabilidad de extinciones, ayudan a mantener las temperaturas planetarias incluso a través del reciclaje de carbón y ofrecen tierra seca sobre la que pueden florecer civilizaciones avanzadas.

"Somos críticamente dependientes de la materia", expresó el Dr. Brownlee. "Ser más grande o pequeño puede estar determinado por las placas tectónicas".

Galaxias enteras son pobres en metales y por eso probablemente desprovistas de vida animal, añadió el Dr. Brownlee. Sólo galaxias espirales como la Vía Láctea y su vecina Andrómeda son ricas en minerales e, incluso en ellas, sólo en las regiones interiores. Por el contraste, las galaxias irregulares y elípticas, apuntó, están vacías.

"Menor abundancia de metales significa que no puedes hacer un planeta tan grande como la Tierra", dijo el Dr. Brownlee. "Parece ser algo que mucha gente no quiere oír".

Los científicos discuten otras características planetarias que probablemente sean poco frecuentes en el universo pero que son cada vez más consideradas como críticas para volver la Tierra tan favorable para la vida compleja. Entre ellas se encuentran las siguientes:

  • Una órbita que mantenga al planeta exactamente a la correcta distancia de su estrella de modo que le asegure que el agua se mantendrá líquida, sin vaporizarse o helarse.
  • Una luna grande a la perfecta distancia para minimizar los cambios en la inclinación del planeta, asegurando la estabilidad del clima.
  • Suficiente carbono para ayudar al desarrollo de vida pero no tanto como para permitir condiciones de tipo invernadero, como ocurre en la extremadamente caliente Venus.




En la conclusión del libro, los autores dicen que la hipótesis de "Extraña Tierra" es probable e incentivan tal intento. Nuevos y potentes telescopios darán nueva luz no sólo a gigantes gaseosos, sino a la abundancia de planetas más pequeños, terrestres, alrededor de estrellas distantes y mostrarán también si es que sus órbitas son estables y protegidas de bombardeo cósmico por planetas más grandes.

Los nuevos telescopios también podrían hallar evidencia de planetas cubiertos de ozono y oxígeno lo que, en concentraciones suficientes, implica la existencia de vida.

Los dos científicos también incentivan la búsqueda de signos de microbios alienígenas en Marte, la luna Titán, de Saturno, y las lunas Europa y Ganímedes. Ese descubrimiento respondería a la pregunta de si la vida es una propiedad inherente a la materia, como muchos científicos creen.

Finalmente, la pareja apoya la búsqueda radial de señales de civilizaciones alienígenas avanzadas, añadiendo, de todos modos, que "es bastante difícil saber" si la búsqueda "es un uso efectivo de los recursos".

Quienes abogan por la búsqueda de inteligencia extraterrestre ven el nuevo libro como un asalto hereje que podría poner en peligro el financiamiento de la cacería. Más de US$100 millones han sido invertidos hasta la fecha, con la mayor parte del dinero proveniente de magnates de Silicon y otros donantes privados.

El Dr. Drake, presidente del Instituto de búsqueda de inteligencia extraterrestre, una agrupación privada de Mountain View, California, que busca civilizaciones alienígenas con una inmensa antena en Arecibo, dijo que el principal error del libro era el excesivo pesimismo respecto a la tenacidad de la vida.

"La principal debilidad de todos esos argumentos", indicó el Dr. Drake, "es que no aluden a la naturaleza oportunista de la vida, su habilidad para acomodarse o alterarse para poder lidiar con los cambios ambientales".

Como en la política, dijo el Dr. Drake, la mayoría de investigadores de inteligencia extraterrestre están más interesados en un debate honesto que en tratar de evitar las críticas por miedo a reducción del financiamiento. "Tal vez somos políticamente ingenuos", agregó. "Pero no tratamos de ocultar este tipo de asuntos".

El Dr. Drake añadió: "La única manera de hallar la verdad es buscar y descubrir ya sea la prevalecencia de vida inteligente o su total ausencia".

Si la hipótesis de la poca frecuencia se vuelve cierta, dice el libro, incrementa en gran medida la pérdida cada vez que una planta o animal se encuentra en extinción y fortalece la responsabilidad de los humanos de cuidar el planeta.

También, el Dr. Ward acotó en una entrevista, si la Vía Láctea está verdaderamente vacía de legiones extraterrestres, tal vez el destino de la humanidad a través de miles de millones de años sea dispersarse entre las estrellas desiertas.

"Si somos tan extraños o poco frecuentes como pensamos que lo somos", dijo el Dr. Ward, "esto sube los obstáculos, intelectual y moralmente".




Broad, William J. A lo mejor sí estamos solos. Página 12 (Lima-Perú). 20.02.2000