jueves, 3 de enero de 2019

Vikingas

 


 
En el siglo XIX, Islandia, Finlandia, Noruega y Dinamarca otorgaron a la mujer derecho al voto. La participación política femenina en esos lugares ha sido determinante. La razón la explica la historia.

La frase "A furare normannorum liberanos, Domine" (de la furia de los hombres del norte líbranos, Señor) recorrió toda la cristiandad. El saqueo del monasterio de Lindisfarne, en la costa oriental de la región inglesa de Northumbria, el 8 de junio del 793, marcó oficialmente el inicio de la era vikinga. Las crónicas escritas por los aterrorizados monjes de Lindisfarne y de otros monasterios dieron a los vikingos la imagen de temerarios guerreros, pero olvidaron escribir sobre las mujeres.

Las sagas les hicieron justicia. Son antiguas narracinoes cuya acción transcurre antes y después del año 1000, entre la época de la colonización de Islandia y la conversión al cristianismo. Consideradas como las primeras novelas europeas, influyeron decisivamente en la creación del género de novela histórica atribuido a Walter Scott, que fue un lector insaciable de sagas. Están escritas en prosa, conservando una forma muy cercana al estilo oral. Actualmente, la crítica literaria las coloca a la latura de la "Iliada" de Homero y las obras de Shakespeare. Aunque principalmente se basan en aventuras y empresas de hombres, las mujeres desempeñan un papel activo en algunos relatos y, en el fondo, suelen ser la causa de muchos conflictos. Se afirma que algunas de ellas fueron creadas por mujeres juglares, porque dibujan un panorama muy activo de sus heroínas.

En las sagas vikingas de Islandia aparecen mujeres de carácter fuerte y gran colorido. Broka Aubur, una de las legendarias heroínas, atacó hace diez siglos a su infiel esposo con una espada y desafió las tradiciones sociales usando pantalones. Otra mujer islandesa, Gudrid Porbjarnadottir, fue una de las dirigentes de la tercera expedición vikinga a América del Norte a principios del siglo XI y dio a luz al primer niño europeo en el Nuevo Continente.

Esta situación femenina que era comparativamente más elevada que en la Europea cristiana, se refleja en una mitología repleta de figuras poderosas y activas en todos los planos, incluido el bélico. Es el caso de las valkyrias, guerreras que montadas en caballos alados recogen las almas de los caídos en combate para llevarlos al Valhala. Con la expansión vikinga mejoró el status de la mujer. Como el hombre se ausentaba por periodos largos, ella se veía forzada a ser más independiente. Era valiente y fuerte, en señal de autoridad llevaban colgada de la falda las llaves de la casa. Tenía derecho a pedir divorcio y, casada o soltera, poseía tierras y riquezas propias.



La historia recoge las hazañas de aquellas que partieron a la conquista. William de Jumiege, en su "Gesta Noramannorum Ducum", menciona mujeres combatientes entre los que asolaron Francia. En 1900 se descubrió en Noruega una cripta femenina con armas y un caballo, como otras halladas en Inglaterra.  Freydis Eiriksdottir en su lucha contra los pieles rojas norteamericanos tomó la espada e hizo frente a los atacantes exhibiendo sus pechos desnudos y profiriendo tales alaridos que los puso en fuga. Como ésta hay muchas narraciones.

Cuando los maridos volvierona casa debido al cese de la expansión vikinga, la libertad fáctica de la que disfrutaban las mujeres se redujo. La difusión del cristianismo hizo otro tanto; sin embargo, hay que reconocer que ellas conquistaron el territorio que hoy ocupan las mujeres en las regiones nórdicas, cuando aprendieron a conducir su propia libertad.




Castro Obando, Patricia. Vikingas. El Comercio, suplemento Luces. 15.01.2000