lunes, 15 de octubre de 2007

Por el Dia de Acción del Blog




El mar en sombras

El científico y el poeta pueden y deben ser amigos. En ocasiones especiales, se unen en una sola persona: es el caso de la formidable Rachel Carson (1907-1964). "Antes que ella, novelistas y poetas describieron la belleza, el terror y el misterio del mar; antes que ella, los científicos registraron en su prosa austera las 'realidades' del mar. Carson combina ciencia y poesía en una magnífica obra escrita con un estilo brillante". En 1962 un libro de Miss Carson titulado Primavera silenciosa (Silent spring) reveló a todo el mundo los peligros del uso irracional de los insecticidas químicos. A continuación, fragmentos de "El mar en sombras", texto recogido por Martin Gardner en una antología de ensayos sobre la ciencia.

"El Challenger, primer barco de la historia equipado para la exploración oceanográfica, zarpó de Inglaterra en el año 1872 y navegó alrededor del globo. Sobre su cubierta se fueron alineando criaturas extrañas y fantásticas, extraídos con la red de fondos situados a varios km por debajo de la superficie de simas silenciosas alfombradas de cieno rojo y de todas las profundidades intermedias carentes de luz. Al estudiar detenidamente aquellos extraños seres que salían por primera vez a la luz, seres que ningún hombre había visto antes, los científicos del Challenger pudieron comprobar que existía vida incluso en el fondo de los abismos más profundos".





"La existencia de una abundante fauna abisal fue descubierta, probablemente hace millones de años, por ciertos tipos de cetáceos y también, como se ha averiguado recientemente, por las focas. Sabemos por los restos fósiles que los antepasados de todos los cetáceos eran mamíferos terrestres. Debían ser predadores, a juzgar por sus poderosas mandíbulas y dientes. Posiblemente, durante sus incursiones en busca de alimento por los alrededores de los deltas de grandes ríos o en las orillas de mares poco profundos, descubrieron la abundancia de peces y demás tipos de vida marina, y, a lo largo de los siglos, desarrollaron el hábito de seguirlos mar adentro, cada vez un poco más lejos. Paulatinamente, sus cuerpos se modificaron y se adaptaron a la vida acuática; las extremidades posteriores se atrofiaron, como puede apreciarse al diseccionar un cetáceo actual, y las extremidades delanteras se convirtieron en órganos adecuados para mantener la dirección y el equilibrio".






"Por lo visto, algunas focas también han descubierto las reservas ocultas de alimento del océano abisal. Desde hace tiempo constituye un misterio dónde y de qué se alimentan las focas norteñas del Pacífico oriental en el invierno, estación que pasan frente a la costa norteamericana que se extiende desde California hasta Alaska. No existen pruebas de que su alimento principal lo constituyan las sardinas, las caballas, u otras especies de importancia comercial, y, los pescadores por la misma especie pasaran inadvertidas. Sin embargo, existen algunos indicios, altamente significativos, acerca de la dieta de las focas. En sus estómagos se han hallado huesos de una especie de peces que nunca se ha observado con vida. Más aún, no se han encontrado restos de este tipo de peces en ningún otro lugar que no fuesen los estómagos de las focas. Los ictiólogos afirman que estos 'peces de las focas' pertenecen a un grupo que habita generalmente en aguas muy profundas, fuera de las plataformas continentales".




"Las condiciones de la vida abisal se hallan determinadas por la presión y la oscuridad, aunque hace algunos años habríamos añadido también el silencio. Sin embargo, actualmente sabemos que el mar no es un lugar silencioso. Numerosos experimentos con hidrófonos y otros aparatos de escucha para la detección de submarinos han demostrado que en las proximidades de la mayoría de las costas existe un ruido extraordinariio, producido por los peces, camarones, marsopas y probablemente otras formas de vida aún no identificadas. Los sonidos de las áreas profundas lejanas a la costa se han estudiado poco todavía, aunque el hidrófono lanzado por el Atlantis en las grandes profundidades próximas a las Bermudas registró extraños maullidos, gritos y quejidos fantasmales, cuyo origen todavía no se ha descubierto. No obstante, se han podido grabar las voces de algunos peces de zonas menos profundas, capturados y confinados en acuarios, para compararlas con los sonidos del mar, y en muchos casos se ha conseguido una identificación satisfactoria".




"Lejos de ser la cuna original de la vida, el océano abisal probablemente está habitado desde hace poco tiempo. Mientras la vida se desarrollaba y florecía en las aguas superficiales, a lo largo de las costas y tal vez en los ríos y pantanos, dos grandes regiones de la tierra se resistían todavía a la invasión de los seres animados: los continentes y las zonas abisales. Como sabemos, los colonizadores provenientes del mar superaron por primera vez las enormes dificultades que presentaba la vida terrestre hace unos 300 millones de años. Las zonas abisales, con su eterna oscuridad, sus tremendas presiones y su frío glacial, presentaba dificultades todavía más difíciles de resolver. La invasión de esta zona, al menos por las formas superiores de vida, probablemente se realizó algo más tarde".




"Sin embargo, en años recientes se han producido algunos hallazgos significativos que han mantenido viva la esperanza de que, después de todo, es posible que el océano abisal esconda extraños eslabones de unión con el pasado. En diciembre de 1938, frente al extremo sudoriental de Africa, se capturó con una red de arrastre un pez vivo muy extraño, perteneciente a una especie que se creía extinguida desde hacía al menos 60 millones de años. Es decir, los últimos restos fósiles conocidos de este pez databan del Cretácico, y no se había encontrado ningún ejemplar vivo en toda la historia hasta aquella pesca afortunada.






Los pescadores que lo subieron en su red desde una profundidad de sólo 70 m se dieron cuenta de que este brillante pez azul de 1,5 m de longitud, con su enorme cabeza y sus extrañas aletas y escamas, no se parecía a nada de lo que habían pescado hasta entonces, y al volver al puerto lo llevaron al museo más cercano, comprobaron que el Latimeria pertenecía a la familia de los celacantos, un grupo de peces increíblemente antiguo que apareció por primera vez en los océanos hace unos 300 millones de años. Los celacantos fósiles se hallan incrustados en rocas correspondientes a los siguientes 200 millones de años. Posteriormente, en el periodo Cretácico, desaparecieron los restos de estos peces. Tras 60 millones de años de misteriosa desaparición, un representante de esta familia, el Latimeria, fue pescado por los pescadores sudafricanos. ¿Dónde habían estado estos peces mientras tanto?"



Gardner, M. (1986). El escabarajo sagrado y otros grandes ensayos sobre la ciencia. Tomo II. Barcelona: Salvat.
Imágenes: dcnr.state.pa.us; hort.purdue; Minnette D. Bickel en chatham.edu; mde.state.md.us; ciks.org; Charlie Chu

2 comentarios:

Juan Arellano dijo...

Que casualidad, justo he estado releyendo ese libro de Gardner hace un par de semanas. Saludos.

anacarsis klooth dijo...

"El escarabajo sagrado", selección de textos realizada por Martin Gardner es una joya. ¿Cuàl (o cuàles) artìculo le pareciò el mejor?
Saludos.