martes, 21 de abril de 2009

JUGAR CON LAS PALABRAS

Algunos escritores se jactan de haber "domesticado" y "doblegado" a las palabras, otros de que pueden hacerlas "aullar" y "gemir". El dibujante, artista gráfico y escritor peruano Lorenzo Osores se pregunta si esto es necesario, y si más bien esos comentarios no serán una manifestación del carácter egotista muy típico de la gente de letras. Osores propone que a las palabras hay que tratarlas con "actitud lúdica y un poquito de perversa ternura", y para acercarnos a ellas un buen inicio son los juegos con palíndromos. Disfrutemos de ellos.


A mi modo de ver, no hay juego más divertido con el lenguaje que el palíndromo. Para quienes no conocen su significado, palíndromo es la habilidad de escribir una frase que se pueda leer de izquierda a derecha o viceversa. No es necesario tener talento literario y menos aún la intención de comunicar algo, sean ideas o sentimientos. Tiene el encanto de la gratuidad y la mayoría de estas frases pasa inmediatamente a formar parte del maravilloso mundo del absurdo y el disparate.

El primer palíndromo que leí fue en un libro escolar. Me impresionó mucho por su ingenio y lo larga de la frase: Dábale arroz a la zorra el abad. Años después leí uno muy original y gracioso creado por Julio Cortázar, para mi gusto un palíndromo insuperable por su humor y poesía: Salta Lenin el Atlas.

También Cabrera Infante tiene palíndromos muy buenos. Uno de ellos es el acusete: Anas usó tu auto Susana. Y en tono más clásico y sublime, Juan José Arreola nos sorprende con: Etna da luz azul a Dante. Y yo de puro ocioso, cuando vivía en Pekín, escribí algunos palíndromos un tanto desfachatados: Onam usa su mano y su variante castellana Onán es enano. Y para un amigo gay que se hacía el sueco: Olaf le ama el falo.

Amigo escritor, no les pegue a las palabras, no las trate de domar como si fueran animales de circo, juegue con ellas y, para relajarse antes de escribir en serio, intente un palíndromo. No importa si no le sale perfecto, la gracia es lo que vale. El imperativo Salgan nalgas es un buen ejemplo.



Lorenzo Osores. "A las palabras con cariño". En El Dominical (suplemento de El Comercio), Lima-Perú, 18.11.08


Imagen: 1entodaspartes.blogspot.com


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