domingo, 24 de enero de 2010

Eros XII

El zorro y la mujer adúltera


Cuentan que antiguamente vivía en la puna una mujer con su marido. Dicen que su perro era un zorro. Cada vez que el marido estaba de viaje, este zorro aprovechaba para hablar con ella.

Una ocasión, el marido salió de viaje con las llamas y dejó a su mujer con el zorro-perro. El zorro dormía siempre afuera, pero cuando el marido se ausentaba en sus viajes el zorro dormía dentro de la casa. Y así fue como el zorro se tiraba cada día a la mujer. ¿Cómo lo hizo? Así: la mujer dijo al zorro:
- Duérmete afuerita. El zorro dijo:
- No mamita, afuera no puedo dormir: "¡Fuera! ¡fuera!" me dirían. Mejor dormiré adentro nomás.
Entonces la mujer dijo: - Duérmete pues en ese rinconcito.
El zorro contestó:
- No, no... "¡Rincón! ¡rincón! me dirían.
- Entonces al lado de la puerta. -No, no... "¡Puerta! ¡puerta! me dirían.
- Entonces al ladito del fogón. -No, no... "¡Fogón! ¡fogón! me dirían.
La mujer, ya impaciente, le dijo: -¿Dónde pues es que te quieres dormir?
El zorro contestó: -Lo que es yo, me sé dormir encimita del puputi de mi mamá. Entonces la mujer dijo:
- Bueno ven pues, duérmete nomás aquí encimita de este puputi(*).
El zorro se acercó muy contento y así empezaron a fornicar todas las noches.



Una noche mientras estaban encamados, se escuchó el ruido de la campanita de las llamas; el marido estaba regresando. Entonces la mujer dijo al zorro: - Levántate, apura, ¡sal! ¡Ya está ahí mi esposo!

Al zorro, por el susto, se le había atracado el sexo entre las piernas de la mujer, era como si se le hubiera hecho una bola, y no conseguía sacarlo. Mientras tanto, el marido ya estaba en el patio: -Ya mujer ¡carajo! ¡apura, levántate! ¡ayúdame a descargar las llamas!

La mujer, asustada, al ver que nada podía hacer, agarró un cuchillo y le cortó el sexo al zorro, quien se quejó diciendo "ñis, ñis" al tiempo que salía huyendo. Ella, con el miembro todavía entre las piernas, salió rápidamente a ayudar a su marido.

Cuando acabaron de descargar las llamas entraron a la casa, y entonces, el zorro, comenzó a pedir insistentemente desde la puerta: "¡Mamita, devuélveme mi oca!

El hombre preguntó a su esposa: -¿Qué oca has agarrado de ese perro? Tanto y tanto pedía el zorro su oca que el hombre, muy amablemente, le preguntó:
- ¿Qué oca se ha agarrado esta mujer? - El zorro; sin poder aguantar el dolor dijo:
- ¡La tiene entre las piernas, papito! ¡La tiene entre las piernas, papito!

Entonces el hombre buscó entre las piernas de la mujer y encontró el miembro del zorro. Se lo arrojó, y el zorro, lamiéndoselo bien, se lo volvió a pegar como lo tenía antes. Entre tanto el hombre le dio una paliza de muerte a su mujer.



Tras esto el zorro desapareció y ya nunca más volvió a ser perro para la gente. Más bien, desde entonces, los perros odian a los zorros.

(*) Ombligo, ombliguito



Andrés Chirinos Rivera y Alejo Maque Capira (1996). Eros andino. Cusco: Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas

Imágenes: forodeleyydelacoso.blogspot, cotacarvallo.blogspot.com

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