
Según la tradición cashinahua, Kanáibari, al verse un día solicitado insistentemente por su ganosa nuera para que yaciese con ella, le dijo tajante: "No puedo hacerte el amor. Tengo una pinga tan grande, que si te uso, te voy a desfondar y morirás".
"Y cuando Kanáibari -dice la historia- se levantó de encima de ella, la sangre escapaba a grandes chorros de su vagina destrozada" (Marcel André d'Ans, La Verdadera Biblia de los Cashinahua. Lima, Mosca Azul, 1975, 338-339).
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