jueves, 30 de diciembre de 2010

Argentinos V

Inmigrantes e invasores


"Vale un Perú" se decía para significar mucha riqueza. "¡Vale un Perú!" y de verdad que lo valía en los sueños de una plebe desplazada e hidalga que trepó a los barcos para venirse al Dorado; sueños desesperados que para bien se truncaron en la costa atlántica, donde masivamente los barcos encallaron cortando su ruta y los sueños.

Los argentinos descienden de los barcos, esa es su más noble estirpe; la de macarroneros que luego trocaron su sangre en azul en la compulsa con mestizos gauchos, apocados por la sangre de una raza vencida que, pampeanamente y después, fue exterminada. "Andiamo", "voilá", "hello", "achtung", "vos", "shalom"... música bárbara de invasores que nunca saludaron al entrar y quedaron con raíces en el aire porque odiaron desde el inicio a la madre nutricia que los recibió y les dio de comer por compasión y porque nunca dejó de cumplir su función...




Y hoy, siglo XXI, los tenemos observando su blancura en la soledad del derrumbe monetario, hacinados en el corralito que se fabricaron desde que llegaron con su estupidez a cuestas: única riqueza de su pobre corazón. Nunca olvidaron a la vieja y pequeña Europa, y entre mate, vinos y vacío imaginaron ser de vieja estirpe en el nuevo mundo. Y así, abrumados por la exuberancia e infinitud de una tierra que nunca pudieron poseer, terminaron en un corralito a imitación de su cicatera madre patria... Quizá cuando aprendan a ser americanos como los otros blancos que pronto se olvidaron de Europa, allá en el norte del Nuevo Mundo, les llegará la gracia de mirar desde lo alto al gran museo al que aspiran imitar y regresar.



Anacarsis Klooth

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