Muchos pecados me atormentan la conciencia. Debo confesar, por ejemplo, que allá en los años mozos de mi pasado turbulento, fui cajero de banco.
Recuerdo, entre los clientes, a un fabricante de camisas. El gerente del banco le renovaba los préstamos por pura piedad. El pobre camisero vivía en perpetua zozobra. Sus camisas no estaban mal, pero nadie le compraba.
Una noche, el camisero fue visitado por un ángel. Al amanecer, despertó iluminado. Se levantó de un salto. Había encontrado la fórmula mágica de la prosperidad. Lo primero que hizo fue cambiar el nombre de su empresa, que pasó a llamarse Uruguay Sociedad Anónima, patriótico título cuyas siglas son U.S.A. Lo segundo que hizo fue pegar en los cuellos de sus camisas una etiqueta que decía, y no mentía: Made in U.S.A. Lo tercero que hizo fue vender camisas a lo loco. Y lo cuarto que hizo fue pagar lo que debía y ganar mucho dinero.
2 comentarios:
Hola Anacarsis
Aquí estoy visitando y conociendo este estupendo Blog. Un buen esfuerzo en beneficio de la literatura y los lectores,
¡Felicitaciones!
Prof. González:
Sus palabras nos alientan a continuar con el esfuerzo emprendido y a mejorar cada día. Gracias.
Anacarsis Klooth
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