martes, 27 de noviembre de 2007


Umbral de Umbral

Homenaje a Francisco Umbral: un artículo del periodista peruano César Lévano a propósito del gran columnista y escritor español.

"La muerte del escritor y periodista español Francisco Umbral nos hace pensar no tanto en lo que escribió cuanto en lo que hubiera podido escribir.
Era un mago que sacaba del sombrero de las palabras los conejos más limpios. ¿Quién podrá darnos ahora, en el orbe del idioma español, esas sorpresas?
Era el Cristóbal Colón de un continente de la imaginación y las palabras. Su muerte, el martes último, arrancó a César Hildebrandt, catador insomne de la prosa de Umbral, una de sus columnas más sentidas y bellas. Me carcome desde ese día el recuerdo de unas páginas de Víctor Hurtado, sacerdote del culto de Umbral desde hace tiempo, como que ha iniciado a muchos en el goce de la prosa umbraliana.

En Pago de Letras, manojo de artículos y ensayos de Hurtado, encontramos un texto en que se lee: 'Nacido en Madrid 11 de mayo de 1932, Francisco Pérez Martínez -para el registro civil, no para la historia- fue pronto llevado a Valladolid. Niño de salud asustadiza, fue a la escuela poco y mal. Es, pues, casi un analfabeto, pero los grandes artistas no están para estudiar, sino para ser estudiados'.


Los niños 'estábamos descubriendo esa cosa tan fascista de que el mundo está bien hecho', escribió Umbral respecto a su infancia.
Hombre de ruda independencia, Umbral se colocó siempre en el lado esencial de la justicia. Cuando estalló la rebelión en Chiapas, México, fustigó a Octaviio Paz por el desdén de éste respecto a ese levantamiento. Fue categórico: 'Octavio Paz cantinflea'.
En ese texto, acogido en su libro Mis placeres y mis días (Espasa Calpe, 1994), Umbral alude a 'esa manía, tan consoladora, de que la izquierda no se lleva. Claro que no se lleva, ni la minifalda, pero mientras el hombre entierre vivo el hombre, habrá izquierda. Allí donde el gerente tiene panoplia de látigos y el pueblo come ruinas de hombre enfermo, allí está la izquierda'.

Estaba insatisfecho, sin ira, con muchos de los "progresos" del mundo. Por eso escribió: 'No creo que la televisión basura sea peor que la vida basura que llevamos'.
Y también: 'Históricamente, el arte lo viene degradando el público, el artista lo corrompen quienes le miran. La tele, como toda creación, puede regenerarse, pero la vida, nuestra vida, ya no. Y, además, en su propia vida, uno no puede cambiar de canal'.

También dijo: 'El niño, todo niño, ve y vive en casa la novela familiar, que le traumatizará para siempre, a no ser que salga novelista y la escriba. Las veleidades y marujeos de mamá, las deudas de papá, el diafragma de la hermana mayor, ese odio con olor a puchero, ese crimen latente que hay en el cuchillo de la cocina, todo eso lo coge el niño'.

Era un incansable cazador de metáforas y verdades, el maestro".



Lévano, C. La Primera 02.12.07

1 comentario:

Juan Arellano dijo...

"Históricamente, el arte lo viene degradando el público, el artista lo corrompen quienes le miran."

Eso me gustó. Saludos.