viernes, 27 de marzo de 2009


Blanca Varela (III)

Continuamos con el homenaje a esta gran poeta peruana, presentando una reseña elaborada por Octavio Paz, así como una segunda selección de los poemas antologados en Camino a Babel.




Nacida en el seno de una familia de escritores y artistas (biznieta de Manuela Antonia Márquez, nieta de Delia Castro e hija de Serafina Quinteras). En 1943, ingresa a la Universidad de San Marcos para estudiar Letras y Educación. Allí conoce a Sebastián Salazar Bondy, Javier Sologuren, Jorge Eduardo Eielson, Francisco Bendezú y de quien sería su esposo, el pintor Fernando de Szyszlo, al tiempo que comienza a asistir a la tertulia de Peña Pancho Fierro, dirigido por Alicia y Celia Bustamante. En 1949, los esposos parten rumbo a Francia. . Una vez en París conocen a Octavio Paz. En 1954, viajan a Florencia, para volver al Perú un año más tarde. Entre 1957 y 1960 se instalan en Washington, D.C., donde Varela vivirá de hacer traducciones y eventuales trabajos de periodismo. Es también en 1957 cuando Salazar Bondy y Alejandro Romualdo la incluyen en su Antología general de la poesía peruana. De 1977 a 1979 Varela es secretaria general del Centro Peruano del PEN Club Internacional, y en calidad de tal acude a los congresos de Hamburgo (1977), Estocolmo (1978) y Río de Janeiro (1979). De 1974 a 1997 representó en el Perú a la editorial mexicana Fondo de Cultura Económica. Además ha colaborado en numerosas revistas del Perú y el extranjero.

Ha publicado: Ese puerto existe (1959), Luz de día (1963), Valses y otras falsas confesiones (1972), Canto villano (1978), Camino a Babel – Antología (1986), Canto villano – Poesía reunida (1986), Poesía escogida 1949-1991 (1993), Del orden de las cosas (1993), Ejercicios materiales (1993), El libro de barro (1993), Canto villano (Poesía reunida, 1949-1994) (1996), Como Dios en la nada (Antología 1949-1998) (1999), Concierto animal (1999).

Blanca Varela es una poetisa que no se complace en sus hallazgos ni se embriaga con su canto. Con el instinto del verdadero poeta sabe callarse a tiempo. Su poesía no explica ni razona. Tampoco es una confidencia. Es un signo, un conjuro frente, contra y hacia el mundo, una piedra negra tatuada por el fuego y la sal, el tiempo, la soledad. Y, también, una exploración de la propia conciencia. En sus primeros poemas, demasiado orgullosa (demasiado tímida) para hablar en nombre propio, el yo del poeta es un yo masculino, abstracto. A medida que se interna en sí misma –y, asimismo, a medida que penetra en el mundo exterior- la mujer se revela y se apodera de su ser. Cierto, nada menos "femenino" que la poesía de Blanca Varela; al mismo tiempo, nada más valeroso y mujeril: "Hay algo que nos obliga a llamar mi casa al cubil y mis hijos a los piojos". Poesía contenida pero explosiva, poesía de rebelión: "Los números arden. Cada cifra tiene un penacho de humo, cada número chilla como una rata envenenada…". Y en otro pasaje: "El pueblo está contento porque se le ha prometido que el día durará 25 horas. Esto es la inmortalidad." La pasión arde y se afila una frase que es, a un tiempo, un cuchillo y una herida: "Amo esta flor roja sin inocencia".




Curriculum vitae

Digamos que ganaste la carrera
y que el premio
era otra carrera
que no bebiste el vino de la victoria
sino tu propia sal
que jamás escuchaste vítores
sino ladridos de perros
y que tu sombra
tu propia sombra
fue tu única
y desleal competidora


Camino a Babel
a E.A. Westphalen

IV
...
y si me preguntan diré que he olvidado todo
que jamás estuve allí
que no tengo patria ni recuerdos
ni tiempo disponible para el tiempo.

que a veces
me despierta una mirada
que ávidamente se traga la oscuridad
y que esos ojos azules son restos de alguna luz
restos de algún naufragio
signos del deseo
y de la agonía del deseo.

y que nosotros
los poetas los amnésicos los tristes
los sobrevivientes de la vida
no caemos tan fácilmente en la trampa
y que
pasado presente y futuro
son nuestro cuerpo
una cruz sin el éxtasis gratificantes del calvario
y que no hay otra salida
sino la puerta de escape que nos entrega
a la enloquecedora jauría de nuestros sueños
nosotros o ellos
acertijo joker moneda perdida en el aire.
tibios temblorosos nonatos
sin estirpe ni prole
dispuestos siempre.


VII

Ayúdame mantra purísima
divinidad del esófago y el píloro
si golpeas infinitas veces tu cabeza
contra lo imposible
eres el imposible
el otro lado
el que llega
el que parte
el que entiende lo indecible
el santo del desierto que se traga la lengua
el que vuelve a nacer forzando a la madre
de su madre
el nadador contra la corriente
el que asciende de mar a río
de río a cielo
de cielo a luz
de luz a nada.





Imágenes: adn.es, poetasportugalcaracas.blogspot.com, poemasyacrosticos.blogspot.com

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