lunes, 8 de junio de 2020

Amanat

 


  
Aunque la prensa de la India la bautizó Amanat ("Tesoro"), su nombre no se ha conocido. Era una joven estudiante de fisioterapia de Nueva Delhi, que salía del cine con un amigo, luego de ver Una aventura extraordinaria (Life of Pi). Cuando subió a un ómnibus para marcharse a casa fue atacada por seis hombres, que la increparon por estar en la calle a esas horas (eran las nueve y veinte de la noche). Su acompañante intentó defenderla, pero los sujetos lo golpearon con un hierro, en la cabeza y en el estómago. A ella la violaron por turnos durante una hora, le introdujeron una barra metálica por la vagina -lo que le perforó los intestinos-, la arrojaron desde el vehículo en marcha, y el chofer intentó atropellarla.

Ataques como este son tan frecuentes en la India, que la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas no dudó en calificar a las violaciones como un "problema nacional". Esta violencia -muy poco perseguida y condenada por la justicia, como en tantos países-, impide a las mujeres salir de sus casas en las nochesy produce numerosas muertes al año, muchas de ellas porque las víctimas solo atinan a suicidarse para borrar la humillación y la depresión.

Pero las agresiones sexuales no son más que una de las terribles consecuencias que arrastra una tradición de violencia y postergación contra la mujer india. El norte del país tiene una merecida fama de inseguridad, en especial para las más pobres y de menores castas, que son discriminadas desde niñas, peor alimentadas y menos educadas que los hombres. Ello ha provocado un estremecedor fenómeno: cada vez son más los padres y madres que averiguan el sexo de sus fetos para abortarlos si son mujeres, y evitarles una vida de padecimientos.

Dos semanas después del ataque, cuando el año nuevo estaba por llegar, Amanat falleció en el hospital de Singapur adonde había sido trasladada, producto de los gravísimos traumatismos cerebrales y heridas causados durante la agresión. Para ese entonces un fenómeno desconocido había remecido la India: todo el país estaba pendiente del caso. Hombres y mujeres a lo largo y ancho del país, en ciudades como Nueva Delhi, Manipur, Calcuta o Bangalore, formaban gigantescas manifestaciones y en algunos casos ocasionaban disturbios que causaron la muerte de un policía y un periodista, así como 140 heridos. Todos lloraron a la estudiante anónima.

¿Por qué justo el caso de Amanat encendió la hoguera de la indignación nacional, cuando solo el año pasado la India registró 25 mil violaciones, o lo que es lo mismo, una cada veinte minutos? ¿Qu+e llevó a tantísima gente a tomar la calle, para protestar por un hecho tan espantoso pero al mismo tiempo tan frecuente? Según la revista The Economist, mucho tiene que ver el crecimiento de una clase media en la India, que ha aprendido a hacerse sentir en las calles. Ocurrió en enero del 2011, cuando miles de personas en decenas de ciudades pusieron contra las cuerdas al gobierno, con multitudinarias protestas contra la corrupción que campeaba. Ocurre ahora, luego de la muerte de Amanat, símbolo trágico de los abusos sufridos por la mujer de este país pujante que es la India, cuyo crecimiento económico empieza a ser seguido por un lento y ojalá irreversible cambio de mentalidad.

Tola, Raúl. La República (Lima-Perú), 05.01.2013